Oh, the times we had...
Beirut, Postcards from Italy
Yo no sé por qué me afecta tanto este adiós, si estaba visto que entre nosotros ya no existía la más mínima conexión. Ella se empeñaba en hacerme ver que mi visión de la vida y mi entendimiento eran limitados y cerrados. Y sí, llegué a dudarlo, probablemente había algo que no estaba viendo o mi cabeza era mucho más dura de lo que yo pensaba. En realidad, no me conocía. Creo que nunca se dio el tiempo de conocerme. Pienso que pensaba conocerme por el tiempo que pasamos juntas y lo que compartimos ('Cómo fumar mota en 5 lecciones', 'Cuando vaya a Oaxaca, busque el mezcal del Oro', 'Viruta y Capulina vs. Los Imperdibles', 'El Regreso de los muertos', y una larguísima lista de etcéteras); pienso que pensaba... porque en realidad nunca me dijo ni sí ni no, ni tal vez, ni luego... ¿Qué nos unía, entonces?
Creo que a la gente la unen circunstancias y necesidad. Circunstancias porque ella se sentaba junto a mí en Corrientes Generales de la Literatura Hispánica y un día ella encontró el libro que debíamos leer y yo no. Necesidad porque ambas buscábamos qué nos motivara. All you need is love, solíamos decir. De pronto, no hubo más necesidad ni circunstancias: ella se volvió norteña y yo oriental, y no había nada que una necesitara de otra que no se pudiera cubrir mediante sustituciones. Pasó el trabajo y la obligación, pasó que siempre estuve en el último lugar de su lista de personas que le necesitan y a quienes puede servir de algo. Pasó también que la cosa más estúpida de pronto se convirtió en el pretexto perfecto. Pero ya qué más da... desde hace bastante tiempo no hicimos más que forzar las cosas y aferrarnos a algo imaginario. Tal vez por eso no duele tanto.
Cosas malas hubo muchas, quejas tengo al por mayor, pero me quedo con lo chido, me quedo con lo divertido ('¡¡¡wey, tu vieja parece Tomb Raider!!!', '¿quieren una sorpresita?', papas con chile y limón, cerveza Löwenbrau light, porque no había de otra en su tiendita de confianza, los chorrocientos mil discos que disfrutamos juntas y los que no también, las llamadas a Chalco y Mty. con aliento alcóholico, con los fines más... en fin, ya qué... y Francia, a donde ella me acompañó paso por paso, casi casi). A ella (y a su curiosidad por lo que sucedía con l'autre) le debemos la creación de este blog, otra de las muchas cosas buenas que dejó.
¿Qué le hacemos? Gente va, gente viene. Así es de cabrona la vida, y más cuando se ha decidido dejar de luchar.
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