domingo, 15 de junio de 2008

15

No sé qué diablos tienen los idus.
Hace tres años me encontraba frente al muerto. Llorando, sin poder rebatir nada ante su 'somos unos losers'. Sabía que él quería dejarme, tal vez no por los motivos por los que estaba exponiendo ('quiero construir algo contigo, pero no puedo llegar con las manos vacías', 'quiero que seas otra persona, Chloè, que hagas realidad ese sueño que siempre has tenido'), sintiendo un hueco en la panza, mientras escuchaba esas dolorosas palabras: era su decisión, se iba. Pasé meses llorando su ausencia (encima, Yahui y JJ me lo mencionaban) y tratando de que el mundo no se diera cuenta de lo mal que estaba. Subí de peso. Bajé de peso. Dormía el día entero. No conciliaba el sueño en toda la noche. Lloraba por horas a la vez. Lo odiaba y lo amaba al mismo tiempo. Sonaba el teléfono y mi corazón daba un vuelco, pensando que sería él, que probablemente se arrepentía y llamaba para decirme que me extrañaba tanto como yo a él. Me imaginaba en conversaciones ficticias con él. Pensaba en que debía haberle respondido algo a sus palabras tan hirientes, tan huecas, tan tontas. Podía irse al infierno, si quería...
Comencé tomando resoluciones. No podía dejar que mi vida se fuera al barranco, debía continuar, si él volvía un día, debía verme como no me había visto: feliz, radiante, serena. No repetiría la historia. Sería tonto tropezar con la misma piedra tres veces. Me sentía engañada, pero volvería a enamorarme. Volvería a sentir esa emoción. Me había destrozado, como yo había anticipado que lo haría desde aquélla llamada, un 4 de julio en plena madrugada, donde me dijo 'déjame quererte' y yo sólo le dije 'quiéreme mucho'. Pero no iba a vivir en función suya ni de nadie más. Debía buscar un camino propio, aún si eso significaba quedarme sola el resto de mi vida.
Seis meses después conocí a Jelipe. Quien me pareció extraordinariamente guapo desde que lo vi, aquella tarde del 15 de enero en Coapa (domingo, por cierto, domingo...). Pasamos cerca de 6 horas, hablando nada más en un café. Me había parecido altísimo. Sus labios gruesos y sus razgos finos podían ser mi perdición. Hablamos de proyectos. Le dije que quería irme (estaba en proceso lo de Francia, pero aún no sabía el resultado). Me impulsaba, me decía que ojalá lo lograra... 15 días después nos besábamos en el asiento trasero del coche de un amigo suyo. 15 días después gritaba a los 4 vientos que era su novia. 15 días después confesó que me amaba. Debí haber visto lo signos. El concierto de Mogwai. Bloc Party. La obligación a ir a Depeche. Las noches del Wicked, la frivolidad de su mundo. La no muy buena música que hace su banda... No había gran conexión con él, no la había, no la hubo y no lo ví. Al mes de haber llegado a Francia comenzaron los chantajes: 'no sé si pueda soportar más tiempo así', las peleas a media noche y no poder colgar hasta resolverlas, gastar miles de pesos, cientos de euros en llamadas inútiles, sólo para pelear... él diciendo 'faltan menos días para que regreses' y yo 'no quiero regresar'. No nos escuchábamos.
Hoy, 15 de junio, le he dicho que no puedo más. Lo tomó de una manera mucho más tranquila que otras veces. Sólo se dio media vuelta y se fue.
Habíamos estado viviendo tiempo extra. Habíamos estado viviendo tiempo extra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El tiempo extra de regulación, dura solamente 50 segundos...
Si alguien me dice loser le corto los huevos/ovarios por fresa, pendejo o pendeja y por...loser
Somos unos losers? La verga del payaso.
BLEGH