Las personas con las que he platicado la reaparición del muerto, me han dicho que por qué no trabajar con él, que eso sería la prueba máxima para darme cuenta que lo he superado. Pero a lo que le tengo miedo es a no haberlo superado, a ser aún tan idiota como para tropezar con la mismita piedra por tercera vez... Cualquiera diría que a estas alturas debería ya haber aprendido algo, no? Pues no, o tal vez sí... pero me da miedo descubrirlo.
Pienso y repienso las cosas, tal vez no esté tan mal ayudar. Sería la prueba perfecta de que ya no queda nada. Pero si algo aprendí de la última tropezada, es que la gente no cambia. O al menos no como queremos que lo hagan...
No soy la misma, lo sé, no soy la misma que era hace unos ocho meses y mucho menos la misma que era hace casi dos años. Sé que tengo una ventaja ahora: estoy consciente de lo que no quiero de él. Pero también sé que otras veces a él poco le ha importado y ha seguido insistiendo... cómo se hace para demostrar que no hay nada?
Tal vez, todavía hay algo... la idea de que en un mundo perfecto, los ex pueden ser tus amigos incondicionales y padrinos de los hijos que quieres tener con alguien más...
1 comentario:
Mmmm... ¿Sabes? Creo que en algunos casos posiblemente tardemos un poco más de lo planeado en decir que "ya no queda nada". De algún modo, resulta que a veces queda un poquito, aunque uno no quiera, o se dé cuenta demasiado tarde. Y el poquito es el que hace la diferencia... Así que cuidado, nena, cuidado... Jajaja, naaa, dijimos que ya no lo tomaríamos tan a la tremenda, ¿qué no?
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