A l’autre lo conocí cuando tenía muy poco tiempo de haber llegado. Lo conocí como nunca antes se me hubiera ocurrido conocer a alguien: bailando reggaetón (pues sí ¿y qué? Lejos de casa se vale, ¿no?) en ese antro que acá se anuncia como: “helping ugly people having sex since 1987”. Yo dándole con todo al chancleo por la nostalgia de la reciente partida, la emoción de que aún tan lejos, parecía que nunca me había ido... la Yahuitl me hacía mucha falta. Cuando menos me di cuenta, ¡chin! Ya estaba bailando en lo oscurito con l’autre. ¿Pa’ qué digo que no si sí? Sí me dio el remordimiento de conciencia horrible, porque sabía que estaba a punto de ponerle el cuerno al Jelipe. ¿Que cómo lo supe? Bien fácil, cada vez que l’autre se me acercaba un poquito de más y me hacía como que me quería tentalear, yo pensaba “a ver, ¿otro poquito?”. No sé cuántas canciones pasaron entre nuestros intentos de quesque conversación “que me llamo l’autre” “no pues que yo vengo del otro lado del mundo” “no pues que no entiendo” “No pues que yo menos...” y mientras: “a ella le gusta la gasolina... dame más gasolinaaa... que tengo la camisa negra, porque negra tengo el alma... que lo que pasó pasó... entre tú y yo...”
Finalmente me dio el síndrome Cenicienta, de regresar a casa a la hora señalada, pero por primera vez no era porque tuviera toque de queda, sino porque al día siguiente, la chamba llamaba temprano y después de tanto sudar, baño seguro a las 7. Además, mis acompañantes se morían de sueño. El chancleo había estado duro. La mana con su “ándale ya vámonos o te quedas...” y yo sin poder entender palabra de lo que decía l’autre. Tomé el celular que tenía entre las manos y le guardé mi número, esperando equivocarme, porque aún no me lo sabía bien, pero ya sería cosa del destino. Le dije “me tengo que ir” me hizo cara de “no, por favor” y yo medio le expliqué que tenía trabajo al día siguiente y que “mes amis m’attendent”. Dí las gracias o eso iba a hacer, porque me acerqué y... ¿me está dando el beso en la boca? ¡Me está dando el beso en la boca! Oh, merde! Salí de ahí con la conciencia oliendo a axila de francés.
Juro que ebria no estaba, acá el pinche alcohol cuesta un ojo de la cara. Ça veut dire: embriagarse es prácticamente imposible a menos que tengas varo. Whatever, el punto es que todo el camino de regreso al château me fui pensando: “¿En qué diablos pensabas, Chloé Guibert? Esto no es ni la Bella Airosa, ni veniste tan lejos a putear... ¿y el Jelipe? ¿No te desvivías entre sus brazos y decías hace unos días que lo amabas y que no sé qué?... Pinche conciencia pendeja... pus total, ¿qué tanto es tantito? Ojos que no ven, corazón que no siente... ¿No ves que el Jelipe ni está aquí? Y si tú no le dices, yo tampoco...” Eso es lo malo de tener una conciencia tan influenciable...
Cuando llegué al château, ya estaba más tranqui, entramos y me dije: “¿Para qué te buscas tantos problemas? Seguro ni te va a llamar...” Mi conciencia se quedó tranquila. Subimos los chingomil pisos del château, me preparaba para dormir como princesita, ya ni pensaba en l’autre ni en el beso que nos habíamos dado, cuando: “turururururú”. Texto au portable. ¿Qué pinche borracho manda mensajes a estas horas de la madrugada? Ash, pero si de veras... “Je suis content de t’avoir recontré, Chloé. J’aimerais te revoir. L’autre, qui pens a toi”. Putain! Es el méndigo destino que me dice que necesito relajarme un poquito. Mais je étais sûre de m’avoir trompé au numéro de telephone. “Uno no es ninguno y como dos es uno, pues volvemos a empezar”. Le contesté el texto: “si tu veux, on peut se voir ce week-end... Dimanche?”. La conciencia me gritaba: “¡Tu vas te mettre dans le bordel!”, pero yo ya estaba muy dormida como para escucharla.
1 comentario:
pues qué bueno que dormía... yo sé que hay que procurar lastimar lo menos posible a la gente que nos quiere, pero... también hay que vivir. y se pierde uno de mucho, pensando tanto en los demás (¿que qué?; yo sólo digo que a veces una canita al aire sienta bien... y si me clavo y quiero más que canitas al aire, pues me olvido y sólo quiero más... ¿que qué? tú me has de entender, espero).
Publicar un comentario